LOS PERDEDORES NO SABEN JUGAR A GANAR
"The Wrestler" está teniendo mayor repercusión en premios y críticas de las que probablemente buscaba cuando se gestó. La tan cacareada resurrección de Mickey Rourke es el mayor reclamo para esta interesante y estimable aunque también bastante previsible película de Aronofsky.
La historia se centra en
la agonía profesional de Randy “The Ram” Robinson, un luchador que en los años 80 había estado en la cumbre de la lucha libre profesional pero que ahora, 20 años después, sobrevive con exhibiciones en gimnasios de institutos y en cuadriláteros de tercera categoría. Olvidado por su hija e incapaz de mantener ninguna relación, Randy sólo vive gracias a la emoción del show y a la adoración de sus fans, pero un ataque al corazón le obliga a retirarse. Entonces, decide poner orden en su vida. Intenta acercarse a la hija que abandonó, a la vez que trata de superar su soledad con el amor hacia una stripper.
La historia parece tener muchos puntos en común con la propia vida de Rourke, en otro tiempo actor reconocido e ídolo sexual de una generación que ahora malvive en el recuerdo y que las huellas en su rostro de los excesos pasados no dejan lugar a dudas.
La historia no obstante está llena de tópicos, el personaje que se hace viejo y que vive de los recuerdos de un pasado de éxitos está bastante sobado con la diferencia que aquí se ha trasladado al mundo de la lucha libre, un deporte poco retratado en cine. Pero si cogemos esa historia y la trasladamos por ejemplo a otro cuadrilátero como el boxeo, nos vendrán a la memoria unas cuantas películas de temática parecida, incluso una protagonizada por el propio Rourke llamada "Homeboy" con varios puntos de conexión con esta.
Las tramas secundarias también son bastante típicas, la relación con su hija con la que hace años que no se ve y con la bailarina de strip-tease, muchos lugares cómunes que sin embargo no logran distanciar nuestra mirada de la cámara de Aronofsky que sabe crear una atmósfera y un ritmo que mantienen nuestro interés pese a todos esos males.
La película tiene incluso momentos espléndidos y en ocasiones el personaje de "The Ram" parece extraído de la poética sucia de Charles Bukowski, por ejemplo, la secuencia en la que Rourke tiene que trabajar de dependiente en una carnicería sería deudora de esa obra. Además, tanto Mickey Rourke como Marisa Tomei y Evan Rachel Wood, están ajustados en sus papeles y logran convencernos con sus estupendas interpretaciones. Algo exagerado parece decir que Rourke hace aquí su mejor interpretación, a no ser que olvidemos lo infravaloradas que eran sus interpretaciones de juventud pese a lo destacable de algunas de ellas como las de "El Corazón del Ángel", "Manhattan Sur", "La ley de la calle", "El Borracho (Barfly)", donde interpretaba al propio Bukoswki, o la propia "Homeboy", donde era una boxeador de tercera categoría al que una fisura en el cráneo le aconsejaba retirarse definitivamente y que como aquí decidía continuar por que no sabía hacer otra cosa.
Todas esas pinceladas de autor y una puesta en escena sobresaliente (basta con ver esa "steady" persiguiendo al personaje de Rourke en muchas escenas como si huyera de sí mismo constantemente, del que en ocasiones sólo vemos su espalda, al estilo de "Elephant" de Gus Van Sant) consiguen que una película que podía ser una telefilm de sobremesa se convierta en una interesante visión sobre el paso del tiempo y las heridas que nos quedan. Una historia pesimista sobre perdedores que no saben jugar a ganar.
U.C. (Daniel Farriol)